2004

Año de madurez. La finca llega a las veinte hectáreas. Es evidente que la producción de cinco de ellas no podrá entrar nunca en el garaje, que es demasiado pequeño, y debemos conservar solo las mejores uvas. No nos angustiamos, es adrede: como todas las viñas son tratadas como «grand cru» y el año fue magnífico, la selección de la uva es difícil, pero la excelencia se mantiene. Se reabre una antigua bodega en el pueblo, y reparamos las cubas de cemento para vinificar «Les Sorcières», cuya calidad vuelve a mejorar gracias a la llegada de uvas nacidas de las plantas jóvenes de Syrah. Detrás del tractor de oruga, un intercepas ultrasensible acaricia las plantas de viñas viejas que se deleitan con tantos mimos. Plantación de un pequeño cuadro de cabernet franc por selección masal, y algunas hectáreas de Tempranillo: un buen pretexto para que sigan tratándonos de locos. Grandes vinos y hermoso año para las trufas, algo poco común.